Saludos, aquí os dejo la crónica de la, hasta ahora, observación más fructífera que he tenido en todo noviembre y en todas las que llevo escritas en el blog. Espero que la disfrutéis tanto como yo hice.
Instrumentos usados en la observación
Usé como siempre el telescopio GSO GSD 250C. Cuyas especificaciones son:
Abertura: 254 milímetros (10 pulgadas)
Distancia focal (f): 1250 milímetros (f/5)
Uso del ventilador: No se usó en toda la sesión, no fue necesaria la aclimatación.
Oculares
TS Planetary HR de 4 milímetros (312x)
TS Super Plössl de 15 milímetros (85x)
GSO Super Plössl de 25 milímetros (51x)
Skywatcher LET de 35 milímetros (36x)
Condiciones de la observación
Localidad: Valencia, España
Seeing: 6/10, mejorando por momentos
Magnitud límite visual: +3.0
Horas: de 19.50 a 20.50
Crónica
La noche se presentaba muy buena. La resolución era próxima a 1.5'' (1,5 segundos de arco), por lo que la calidad de detalles sería bastante buena: había buena transparencia. El seeing, no obstante, era aproximadamente de 3 sobre 5, que propició que no hubiera buena estabilidad, esta sería la única desventaja de la noche, porque, comparada con otras noches que tuve (10 y 19 de noviembre), esta era realmente buena.
Primero empecé preparando todo el instrumental. Tuve que colimar el telescopio, por si acaso. Normalmente no es necesario ni procede, pero con cualquier movimiento brusco, golpe, es posible que se descolime débilmente, y como me costaba apenas unos segundos, tampoco era algo pesado.
Detalles en los mares lunares. En la foto los que mejor se ven son Mare Crisium, Mare Tranquilitatis y Mare Serenitatis.
Una vez colimado, el primer objetivo fue la Luna, lucía espectacular. Con el ocular LET de 35 milímetros (36 aumentos), se me aparecía la Luna, que ocupaba parte del ocular, de un brillo extremo, y con unos detalles y una alta definición que daba la sensación que podías acercarte a ella. La visión conjunta fue muy bella. Pude examinar los mares principales, y las formaciones de cráteres que en ella habitan, como el cráter Tycho, el cráter Copérnico y el cráter Plato (Platón) entre otros. La imagen, al ser de menor aumento, daba para abarcar la Luna y por tanto, para analizarla como placieras, también la luz se concentraba bastante menos: normalmente cuando alguien observa a la Luna Llena, es tal su brillo que deslumbra, hace complicado observar o simplemente hace que el
observador pierda la adaptación visual que había ganado en la oscuridad.
En esta foto podemos apreciar los mares principales de la Luna.
En la foto podemos apreciar la turbulencia de la noche (visible en las ondulaciones de los bordes lunares), aún así pude distinguir detalles.
Detalles del Mare Humorum. Se pueden ver rebordes muy craterizados.
No quise poner el ocular de 25 milímetros, porque sería una ampliación del 35 milímetros y una transición entre el 35 y el 15 milímetros; el 35 ofrece visión en conjunto y mucha resolución, el 25 ofrece un análisis superficial y el 15 milímetros ofrece un análisis personalizado. Así que, allá me fui con el 15 milímetros. La Luna, con esos 81 aumentos, lucía preciosa.
Detalles en el cráter Tycho.
Pude ver todos los mares principales y sus rebordes, los cráteres con mayor detalle (Tycho con esos aumentos era un desgarrador testigo), y analicé las formaciones de cráteres del polo sur lunar, cercanas a los bordes de la Luna en ese momento. Tras analizar todos los cráteres que habían cercanos a Mare Crisium, Mare Tranquillitatis, Mare Serenitatis, Mare Nubium, Mare Insularum, Mare Fecunditatis y Mare Nectaris, que no fueron pocos, empecé a echar unos últimos vistazos. A tales aumentos, pude observar, como hemos dicho, los rebordes de todos los mares lunares, estudiarlos y repasarlos con la vista y examinar los cráteres periféricos, que se mostraban perfectos aquel día;
Rehusé utilizar el 4 milímetros. Con el 15 milímetros, la Luna ocupaba todo el ocular, su brillo lo colmaba enteramente, así que empecé a perder la adaptación a la oscuridad y el brillo lunar era tal que molestaba débilmente a la vista, además la claridad era enorme (pude distinguir cuantiosos cráteres), pero la estabilidad era pobre. A 81 aumentos empezaron a surgir ondulaciones en los bordes lunares bastante evidentes, así que usar el 4 milímetros me habría dado una visión algo ondulante, si bien es verdad bastante detallada y digna de observación pero cegadora por igual, y en estos casos, la Luna se observa con un 4 milímetros cuando no es Llena, para observar ciertos cráteres y el terminador lunar y para evitar la ceguera. Con Luna llena, mala estabilidad y un brillo de -12.9 magnitudes, el 4 milímetros no era pertinente.
Tras toda esta observación de la Luna, que tengo conocidísima, pero que siempre nos muestra gratas imágenes, nos fuimos a Júpiter. Aquel día dediqué 1 hora a la observación planetaria y lunar. Fui directamente a los 81 aumentos (15 milímetros), la planetaria como bien es sabido, cuanto más aumentos mejor, siempre respetando la línea de la estabilidad. La imagen que quería de Júpiter era grande, rica y definida. El 15 milímetros es un ocular que nunca nos defrauda, tiene una calidad exquisita.
A 81 aumentos, aparecía magnífico. Resaltaba de entre el campo estelar en que se encontraba y, sólo moviendo el telescopio, no hizo falta ni localizarlo, lo advertí cuando apareció deslumbrante en el campo del ocular. Pude ver una bola de color cremoso. Sus satélites, estaban perfectamente ordenados, en fila, excepto Europa, que fue adentrándose en el planeta hasta hacerse invisible. La sensación que daban los satélites galileanos al verlos por el ocular era tridimensional, parecía que se iban adentrando en el disco del planeta. Esto era debido al orden de brillo en que se encontraban Ío - Ganímedes - Calisto y la fila diagonal que formaban.
Por momentos la estabilidad mejoraba, y pude discernir brevemente las bandas ecuatoriales del planeta. Aún a 81 aumentos eran bandas rojizas débilmente visibles. Impresionan, en un mal día, la cantidad de detalles que se pueden apreciar y los colores con que se aprecian. Los satélites, cual danza, se iban moviendo uno tras otro, y Europa se adentró en Júpiter. Lo último que vi fue un punto resistiéndose a ser atrapado por Júpiter.
Con el 4 milímetros, el seeing, que era malo (éste debe usarse para seing mejor de 4 sobre 5 u 8 sobre 10), no prometía grandes resultados. Al ponerlo vi un Júpiter muy brillante, y grande, que plagaba el ocular. Sus satélites llenaban el campo del ocular. Aún pude ver a Europa, despidiéndose hasta dentro de unas horas que duraría su viaje interplanetario. Los satélites eran puntos, porque no pude distinguir más detalle. Júpiter era una bola enorme, pero a la que ya no le podía encontrar detalle alguno. Por momentos creí haber visto las bandas, pero la imagen fue amplísimamente mejor con el 15 milímetros que con el 4 milímetros. Salta a la vista que no era el mejor día para el 4 milímetros. Aún así aprecié un borrón blancuzco que se movía a gran velocidad, pero sin detalles, esa fue la pena.
Así pues, habiendo pasado una hora de disfrute y de deleite, tuve que cortar la observación, había que hacer otras cosas y el seeing no iba a dar para más. Aquel día sólo tocaba planetaria o lunar; el cielo profundo había que reservarlo para otro momento.
Esperemos que os hayan gustado las fotografías, algo penosas, pero por algo se empieza. Dentro del seeing que tuve el otro día, son lo mejor que pude tomar. No olvidéis comentar o enviar un tweet (@Blogastronomico) con cualquier opinión o sugerencia sobre astrofotografía u observación. ¡Mil gracias y feliz fin de semana!
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