28 de agosto de 2015

Idean ascensor espacial de 20 kilómetros de altura en Canadá

El pasado mes de julio de 2015, una empresa canadiense con sede en la localidad de Pembroke, la Thoth Technology, patentó la idea desarrollada durante años de construir un ascensor espacial.


Dicho ascensor espacial permitiría transportar con facilidad vehículos al espacio y realizar lanzamientos de aviones espaciales en una órbita terrestre baja. La torre constaría de una base, la cual consistiría en una torre presurizada pneumáticamente por razones de carácter obvio y guiada con la ayuda de giroscopios para poder compensar así la presión de los vientos, y una torre construida con polietileno y kevlar, esta sustancia ciertamente ligera a la par que resistente (muchos superdeportivos están compuestos de kevlar, así como los chalecos antibalas).

Dicha torre estaría al igual que la base presurizada con gas; gracias al kevlar y a una perfecta e invariable presurización resistente a cualquier fuerza externa se podría dotar a la torre la imperturbabilidad y rigidez necesarias para poder llevar hasta ella vehículos espaciales de gran tonelaje. Hay que pararse a pensar que hay que subir vehículos de decenas y cientas -en algunos casos- de toneladas en un ascensor de 20 kilómetros. Puede parecer fácil a simple vista, pero desde luego es una de las tareas más complejas a las que nos podemos enfrentar.


El director técnico de la prensa, a su vez doctor, licenciado y profesor asociado de Ingeniería Espacial en la YU (Universidad de York) canadiense, Brendan Quine, ha revelado el coste de la misma, que no es moco de pavo: de 5.000 a 10.000 millones de dólares en un principio, más un coste temporal de 3 a 5 años para construir una réplica de la torre y otros tres años para construir esta misma a escala real (20 kilómetros), esta primera para realizar pruebas y estudiar múltiples variables; nos iríamos pues a una demora de 6 a 8 años.


¿Cómo va a conseguirse esta enorme cantidad de dinero que ningún gobierno prestaría? Thoth Technology está en estos momentos tratando de vender el producto, su utilidad y sus pros al gran magnate árabe Mohamed Alabbar (uno de los más ricos de los Emiratos Árabes Unidos) quien, bajo el nombre de Emaar, maneja más de 60 empresas y decenas de miles de millones de euros.

Todavía no ha habido pronunciamiento, pero de producirse sería una de las obras de la ingeniería más increíbles realizadas hasta la fecha. Y como una imagen vale más que mil palabras, os dejo para concluir la entrada un vídeo, increíble:

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