Recientemente, tras el
descubrimiento de un planeta que podría albergar agua y unas temperaturas algo más bajas que las terrestres, (un planeta seguramente con chances de encontrar vida), llega un nuevo descubrimiento, quizá un poco menos sorprendente, pero que confirma que no son sólo aislados los casos de agua en los planetas extrasolares, y lo suma a una amplia lista de planetas "bañados".
Detalle de la estrella (maraña colorida) y sus planetas (B,C,D),
en este caso hablamos de "C".
El planeta, estudiado y confirmado por los medios científicos entre los días 15 y 25 de marzo y conocido como HR 8799 "C", fue detectado por astrónomos aficionados usando el espectómetro "Osiris" del telescopio hawaiano de Mauna Kea, en el que lograron hallar indicios de sustancias químicas, algunas de ellas posiblemente pudieran formar una atmósfera plagada de monóxido de carbono (CO) y de agua (H2O), que podrían formar un entramado nuboso en su superficie. El descubrimiento ha sido posible gracias a que el planeta mostraba mucho brillo y estaba muy lejos de su estrella madre (más allá de la distancia de Plutón al Sol), por lo que su gran separación y su enorme irradiación permitieron desde el primer momento obtener abundante información de su superficie. Se encuentra a 129 años-luz de la Tierra.
Recreación por "Science" del planeta y su disco de acreción,
formado por partículas de hielo.
Este planeta, que en un principio fue conocido por albergar sustancias presentes en la atmósfera terrestre, fue primero descartado como candidato para albergar vida, y posteriormente prácticamente desechado. Es un gigante gaseoso, unas 7 veces más grande y pesado que Júpiter (que es un coloso inexorable en nuestro Sistema Solar), y como gigante gaseoso, su temperatura rondaría los 1000 grados centígrados. Las razones de más peso por un lado serían que es imposible garantizar su vida, primero por las temperaturas tan grandes, segundo porque no conocemos con exactitud los componentes a nivel atmosférico y superficial y porque las altas temperaturas unidas a las grandes presiones hacen de él un lugar prácticamente inhóspito, al menos, para las especies que conocemos en nuestro planeta.
Recreación de este planeta con mayor detalle exterior.
Esto sería básicamente resumible en que es un planeta sin superfície sólida como el nuestro, sino gaseosa y (escapando a las zonas iluminadas) líquida y pesada, unido a las altas presiones que conllevarían sus enormes temperaturas que serían capaces de derretir en superficie hasta el plomo a varios kilómetros de altitud (un fenómeno varias veces más crudo que en Júpiter, en que una bala se derretiría en décimas de segundo a nivel superficial). Y evidentemente para hallar vida en este lugar, más parecido a un infierno que a una Tierra, deberíamos de pensar en especies nunca vistas en nuestra biosfera, que sin duda ya sería un hallazgo múltiple.
La familia de los 4 planetas que comentábamos (B,C,D,E), la escala
la tenéis en la esquina inferior derecha.
Comparación muy fiel de la estrella HR 8799 (BCDE se refiere al sistema) y nuestro Sistema Solar.
Las distancias son evidentes.
Lo curioso es que este planeta está más lejano que Plutón del Sol y su estrella, HR 8799 parece una vista a gran escala de la formación de nuestro Sistema Solar: 4 planetas de tamaños distintos a distancias muy variopintas giran alrededor de una estrella mientras terminan de agruparse gracias a un disco de acreción. Al parecer así se formó este planeta -y seguramente sus compañeros al estar relacionados-, dado que se ha encontrado una mayor cantidad de carbono que de oxígeno, seguramente porque su atmósfera está en el último estadio de su formación, y las partículas que circundan el planeta, hielo básicamente, al terminar de "agrandarse" el planeta, se van disipando, y el vapor de agua que queda tras formarse la atmósfera gaseosa (de hielo a vapor de agua como vemos), pierden ese gas, por ello al perder oxígeno el agua (H2O), hace que haya una menor concentración de Oxígeno que de Carbono, como hemos visto en sus componentes superficiales, siendo uno de ellos Monóxido de Carbono.
Esto nos proporciona pistas para constatar y re-inventar las hipótesis que tenemos sobre la formación planetaria y los discos de acreción. A nivel biológico nos sirve para ampliar nuestra ya larga lista de planetas con agua (o derivados) en su superficie y/o atmósfera y nos sirve para ver que podemos encontrar vida seguramente a menor distancia de la que creemos. Esta vez ha sido a 129 años luz, el otro planeta, según algunos "calcado" a la Tierra estaba a 140 años-luz... Cada vez nos vamos acercando más y, aunque la velocidad alcanzable con una nave desde la Tierra (sin contar gasolina y tecnología disponible) sea decenas de miles menor (15 km/s contra 300.000 km/s), es una distancia muy reducida, y si bien tardaríamos en llegar millones de años, en un futuro y con los avances seguramente encontremos nuevas maneras para llegar (no necesariamente de manera física) a otros destinos extrasolares.
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